El director explicó cómo su infancia, su amor por la música y la danza, y su colaboración con un equipo de confianza dieron forma al proyecto más ambicioso de su carrera.
El pasado 8 de octubre, el visionario director y referente del musical moderno, Jon M. Chu (WICKED, IN THE HEIGHTS), protagonizó un encuentro presencial en la Academia de Cine. El evento fue conducido por el director y guionista nominado al Óscar, Pablo Berger (Robot Dreams), y moderado por la veterana periodista Rocío Ayuso (El País). En colaboración con Universal Pictures International Spain, Chu exploró las influencias que el género musical ha tenido en su cine, su proceso creativo, los retos de adaptar Broadway a la gran pantalla, y ofreció un avance exclusivo de WICKED: PARTE II.
El cineasta que ha cautivado al público mundial con su narrativa dinámica y su innovador estilo visual reveló que su amor por los musicales viene de su infancia en California, donde creció como hijo de padres chinos propietarios de un restaurante. Desde pequeño, sus padres lo introdujeron en el mundo del teatro, la ópera y los musicales, y películas como E.T., Cabaret o The Sound of Music marcaron su imaginación. Jon M Chu descubrió que la cámara era su “nuevo lápiz”, la herramienta perfecta para expresarse y observar el mundo, combinando música, imagen y emoción.
En el encuentro, recordó especialmente la primera vez que vio WICKED en San Francisco junto a su madre, recién recuperada de una enfermedad: “Transformaba un cuento conocido en algo nuevo y humano. Nunca imaginé que 20 años después dirigiría mi propia versión cinematográfica”, confesó Chu.
Sobre el síndrome del impostor, admitió que aún lo siente y que esa sensación lo impulsa a mejorar constantemente. Para él, la verdadera confianza consiste en reconocer las propias carencias sin dejar de quererse a uno mismo: “Eres el director, pero también un ser humano en el ojo del huracán.”
Jon M. Chu describió WICKED como el proyecto más largo y complejo de su carrera, con más de cinco años de trabajo. Aprendió a “rendirse al proceso” y confiar en su equipo: diseñadores, músicos, actores y técnicos. Para él, el director debe escuchar más que imponer, y comparó el montaje con cocinar: “Se prueban sabores hasta encontrar el equilibrio perfecto”.
Habló con admiración de las protagonistas, Cynthia Erivo y Ariana Grande, describiéndolas como dos mujeres que “viven” sus personajes, no los interpretan. Ariana, según Chu, encontró en Glinda un reflejo de sus propios conflictos personales. Cynthia, por su parte, insistió en humanizar a Elphaba, dotándola de dignidad y verdad más allá del cliché de la “bruja mala”.
Sobre la estética del musical, explicó que el género le fascina porque permite expresar emociones que el diálogo no puede: “Tres notas pueden decir más que un párrafo entero. Para mí, el musical es la forma cinematográfica más poderosa, porque combina imagen, sonido y movimiento para mostrar el interior de los personajes”.
Destacó también su colaboración con el coreógrafo Christopher Scott y la directora de fotografía Alice Brooks, compañeros desde IN THE HEIGHTS. Juntos exploraron cómo el baile, la escenografía y la cámara pueden contar la historia sin palabras. El director reveló que WICKED se rodó como dos películas simultáneas, con más de veinte números musicales preparados antes de rodar una sola escena.
En cuanto al proceso de edición, el cineasta reconoció disfrutar del trabajo solitario frente al ordenador, ajustando cada plano, color y sonido. Los icónicos verdes y amarillos de Oz representaron un gran reto en la corrección de color. “A veces lo más poderoso es el silencio o el sonido de una respiración”, afirmó.
“Los musicales siempre fueron para mí historias de marginados, de soñadores. WICKED trata de dos mujeres que cambian el mundo y se cambian mutuamente para siempre. Eso es lo que me mueve a hacer cine”, concluyó Chu.
Durante la sesión de preguntas, dos intervenciones resultaron especialmente reveladoras sobre su manera de entender el musical y su proceso creativo.
Una de ellas vino de Carlota Sájara, bailarina y profesora de la escuela TAI, quien quiso saber cómo maneja Chu el ritmo en la edición y cómo trabaja con los coreógrafos para lograr la fusión entre música, movimiento y narrativa.
Chu explicó que su sentido del ritmo proviene de los doce años que estudió claqué: “A veces los silencios son los golpes más poderosos del compás”. En el cine, dijo, el ritmo no consiste solo en marcar tiempos, sino en saber cuándo romperlos. Añadió que intenta que los intérpretes no sigan estrictamente el tempo de la orquesta, sino su propio pulso emocional: “Cuando los actores cantan al ritmo de su respiración, la historia cobra vida”.
Respecto a la coreografía, destacó que cada número se ensaya como si fuera una escena de diálogo: la cámara, el decorado y la interpretación de los actores se coreografían al mismo tiempo, de modo que todos los elementos “dancen juntos”. La edición también es coreografía, con su propio ritmo, y lo esencial es saber cuándo dejar respirar una mirada o cortar para reforzar un movimiento.
Respondiendo a la pregunta de BroadwayWorld, Chu explicó que su experiencia en IN THE HEIGHTS fue su “entrenamiento intensivo”: allí aprendió a integrar la música, la letra, la danza y la puesta en escena en un solo flujo narrativo. Trabajar con Lin-Manuel Miranda le enseñó la importancia de las palabras y cómo la lírica puede sostener la emoción de toda una secuencia.
En WICKED, el reto fue aún mayor por la amplitud y el simbolismo del universo. El director explicó por qué decidió dividir WICKED en dos partes: la historia original era demasiado rica para una sola película y corría el riesgo de perder emoción y significado. La primera parte se centra en el viaje de Elphaba y culmina con Defying Gravity; la segunda, en la transformación de Glinda, su evolución personal y la amistad entre ambas. “Solo así podíamos contar con justicia ambas trayectorias y mostrar cómo se transforman mutuamente”, señaló.
“Siempre soñé con hacer una película como WICKED. Este proyecto es, literalmente, el trabajo de mi vida”, cerró el director, dejando claro que su pasión por los musicales va mucho más allá de la dirección: es una verdadera declaración de amor a un género que une música, emoción y humanidad.
Fotos: Universal Spain
Jon M Chu

Jon M Chu

Jon M Chu

Pablo Berger y Jon M Chu

Jon M Chu

Jon M Chu

Jon M Chu

Jon M Chu

Pablo Berger, Rocío Ayuso y Jon M Chu

Pablo Berger y Jon M Chu

Jon M Chu

Jon M Chu
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