Alí Chumacero Era Un Hombre Sabio Que Sabía Vivir La Vida: Felipe Garrido

By: Jun. 29, 2018
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Con una sesión pública solemne de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), en el Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado de la Biblioteca de México, el jueves por la noche inició el homenaje Miro nacer la tempestad. Cien años de Alí Chumacero, organizado por la Secretaría de Cultura, por medio del Instituto Nacional de Bellas Artes y diversas instituciones de cultura mexicanas.

En el acto tomaron parte los integrantes de la Mesa Directiva de la AML: Jaime Labastida, director; Felipe Garrido, director adjunto, y Vicente Quirarte, secretario, quienes destacaron las aportaciones del escritor homenajeado en los campos de la poesía y, sobre todo, en su labor como editor de grandes obras mexicanas.

Al presidir la sesión, Jaime Labastida agradeció a amigos y familiares su presencia en el evento realizado en honor del poeta nacido en Acaponeta, Nayarit, en 1918 y fallecido en 2010 en la Ciudad de México; en especial a Eduardo Lizalde, director de la Biblioteca de México, por albergar tres actividades del homenaje nacional, y la presencia del gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría García.

En su alocución titulada Hora poética de Alí Chumacero, Labastida Ochoa expresó que ha estudiado la obra del escritor nayarita, en especial el que calificó como su poema mayor, Responso del peregrino. Recordó que la crítica ha señalado que su obra poética es breve y a la vez intensa, y realizada en pocos años: Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956).

Con tan solo tres títulos, destacó, la poética de Chumacero guarda semejanza con la de dos de sus contemporáneos: José Gorostiza y Juan Rulfo. Pero ahí comienzan sus diferencias, explicó: "Gorostiza es un autor extenso y complejo, mientras que Chumacero se despliega, a excepción de Responso del peregrino, en poemas de cortas dimensiones".

Por lo que toca a Juan Rulfo, sin emitir ningún juicio de valor, advirtió, la narrativa de uno y la poética de otro se encuentran en polos opuestos, pues la de Rulfo se desarrolla en un páramo, en la época de la Revolución y su lenguaje es popular, mientras que Chumacero se desenvuelve en el sector más culto de la sociedad.

Dentro de la sencillez de Chumacero, no obstante, dijo, hay una serie de poemas aparentemente sencillos, pero cuajados de una gran complejidad por su turbadora vitalidad.

En su momento, el académico Vicente Quirarte, uno de los expertos conocedores de la vida y obra del nayarita, se refirió también a la poética de quien, comentó, "fue mi padrino" y a quien siempre "le hablé de usted, con mucho orgullo".

Recordó que Chumacero llegó en 1937 a la capital del país a habitar una casa en un barrio popular, con un espíritu rebelde. Afirmó que quienes lo vieron caminar por las calles del centro de la ciudad, enamorando a la mesera en turno, y compartieron con él gloria, infortunios y "vino barato", no sospechaban que ahí se gestaba una de las más grandes odiseas del idioma español.

"Poseedor desde siempre de la poderosa tristeza que da la coraza del sol, en su auténtica vocación por la palabra descubrió la veta que en él encontraría a uno de sus más fervientes y afortunados mineros", consideró.

Lo calificó como "poeta mayor desde sus primeros versos" y recordó entonces su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua con un discurso "que lloró" acerca del poeta y su mundo.

Su primera intención era desentrañar los misterios y herramientas de la creación poética, pero en otro nivel, no menos estoico; dejar desde un principio en claro que los poetas "no son ciudadanos recomendables para disponer de algo más que de su propia conciencia: por eso fue tan libre. Todo lo que hizo fue alrededor de su misión nuclear de poeta y lector".

Agregó: Su vida fue la de un hombre común llamada a ser "corrector de pruebas" y en su labor en el Fondo de Cultura Económica (FCE) transformó semejante oficio en un arte mayor imprescindible.

De igual forma, Felipe Garrido recordó al poeta, amigo y compañero de trabajo en las editoriales FCE y Siglo XXI, así como SepSetentas, y expresó que hay muchos motivos para recordarlo, como sus tres libros de poesía, sus ensayos, críticas y presentaciones que se reunieron en un volumen con tres veces más páginas que sus libros de poesía juntos.

Colaboró en numerosas publicaciones, dijo, como México en la Cultura, y fundó varias editoriales, lo cual permite hoy explorar una tercera faceta de Alí que fue la de tipógrafo y editor que culminó siete decenios de trabajo en el FCE.

"Alí revisó y corrigió libros fundamentales en español y en eso ocupa un lugar central. Se decía obrero de la palabra y sabía que todo es pasajero y nada es importante, salvo la poesía, los toros y la mujer. En los tres ponía especial cuidado: era un hombre sabio que sabía vivir la vida", concluyó.

De esta forma inició Miro nacer la tempestad. Cien años de Alí Chumacero, que se llevará a cabo en la Ciudad de México y varios estados de la República. En él se desarrollarán una serie de mesas redondas, charlas, exposiciones y publicaciones que se extenderán por todo el mes de julio.



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