Alí Chumacero, autor de una significativa obra poética y de una rigurosa crítica literaria

By: Oct. 22, 2019
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Alí Chumacero, autor de una significativa obra poética y de una rigurosa crítica literaria

El 22 de octubre se cumplen nueve años de la muerte del poeta, ensayista, crítico, traductor, editor, corrector y tipógrafo nayarita Alí Chumacero, quien dijo: "Como la estatua dueña de su espacio, asentada en la quietud, la poesía desvanece el misterio de la desaparición".

Alí Chumacero Lora nació en Acaponeta el 9 de julio de 1918 y falleció en 2010 en la Ciudad de México. Su obra poética ha sido considerada en distintos momentos por la crítica como una prolongación y culminación de la del grupo de Los Contemporáneos, especialmente Xavier Villaurrutia.

Esta postura estética es la que atraviesa sus tres únicos libros de poesía: Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956). Tan significativa como su obra poética, aunque mucho más extensa, fue su labor crítica, como autor de ensayos, artículos y reseñas que originalmente aparecieron en diversas publicaciones periódicas.

Chumacero emprendió una revisión ecuánime y rigurosa de la literatura nacional, así como de los autores latinoamericanos y europeos más importantes de su época, como Oliverio Girondo, Pablo Neruda y Jean-Paul Sartre.

En palabras de Chumacero, "desde la juventud la magia de las sílabas contadas se insinúa, no sigue, no acosa. Es la indefinible acompañante que empieza a estar a nuestro lado, cada vez más cerca, poco a poco más íntima, hasta finalmente sumarse a lo que somos o, por lo menos, a lo que ambicionamos llegar a ser. El artista lo sabe; lo presiente quien aspira a serlo".

Señaló el autor de Páramo de sueños: "Desde los balbuceos de la conciencia, a partir de los pasos imprecisos y de los logros de aquello que deriva de sentimiento y experiencias, se advierte cómo el fluir de la pluma condensa algo del proyecto que intentamos reflejar. Ahí se halla el punto de arranque, el comienzo del viaje que con decisión y perseverancia hemos de conducir hacia su término (...).

"Vocación y actitud, reunidas, son condiciones inevitables para que esa incipiente pretensión de escribir poesía se convierta en el oficio que definirá nuestra aventura por la vida. A eso aspiramos: a confundir con nuestro espíritu el asombro que inicialmente nos perseguía. Literatura y vida se relacionan de tal manera que lo que escribimos es, en buena porción, una muestra de nuestro ser personal; es decir, de la inquietud ante un mundo que no cesa de estar siempre presente, hasta el momento decisivo, a la hora de la verdad cuando la canción alcanza la otra orilla y la conciencia cede al último parpadeo".

Alí Chumacero decía que lo mismo en la narrativa que en la escena teatral o en la lírica se transparentan esos instantes, alegres o melancólicos, que conforman aspectos de nosotros mismos que son piedras de nuestro edificio; que intensifican el caos de nuestras infamias y de nuestras cualidades.

"Yo no soy más que un creyente en la palabra, convencido de que el juego de la emoción hace visible algo de lo invisible que todos custodiamos dentro del alma. Por eso afirmo que escribir no es arar en el mar. La poesía conforta y enriquece, en un ámbito superior, nuestras posibilidades de existencia. Traducir lo que presienten los sentidos, mirar hacia dentro, más allá de las superficies, y conocer el trasfondo de los objetos son atributos de quien escribe poesía. Cuando el poeta, a solas, toma la pluma y recoge en palabras su emoción, opone un dique al transcurrir del tiempo y lo torna en un río que regresa constantemente a su principio", refirió alguna vez.

Por su parte, el crítico literario Marco Antonio Campos aseguró que Chumacero es uno de los poetas más extraños e injustamente relegados en los últimos años. Comprender y valorar su poesía exige esmeradas relecturas, aseveró, y sostuvo que más que un descubridor o un iniciador, Chumacero es una culminación: "Su pequeña obra será reliquia de la poesía mexicana del siglo 20. Tal vez, al recordarlo, generaciones venideras citarán como despedida y epitafio los dos últimos versos de su último poema: El huracán cesó y en torno de la estrella / recuerda en mí la soledad su nombre.

Octavio Paz afirmó: "Concentrada, reconcentrada, encerrada en un lenguaje de escamas y suntuosas opacidades, rotas aquí y allá por centellos, la poesía de Chumacero es una liturgia de los misterios cotidianos: el velorio, el salón de baile, la alcoba de los amantes, el cuarto del solitario, sitios públicos, sitios secretos, lugares de la infamia o de la consagración".

Alí Chumacero fue reconocido con diversos premios, ente los más importantes el Nacional de Ciencias y Artes, en la categoría de Lingüística y Literatura, y el Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores y el Internacional Alfonso Reyes, por su trayectoria. En 2008 recibió un homenaje, con motivo de su 90 aniversario, en el Palacio de Bellas Artes.



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